Reflexionando sobre lo anterior, nos damos cuenta de que la inocente desobediencia de la Creación predilecta de Dios a su mandato Divino ocasionado por la mentira del Tentador personificado en la serpiente, hizo despertar en el hombre a través de su compañera, la ilusión de que podría igualarse a Dios en todos sus aspectos, olvidándose de que el hombre sólo fue hecho a la imagen y semejanza de Dios y no igual o idéntico a él, ya que el hombre fue sacado del polvo de la tierra.
Esta ilusión basada en la enorme mentira registrada en La Biblia, fue y es tan poderosa, que esa creencia oculta o disfrazada, persiste hasta nuestros días en una gran mayoría de hombres y mujeres. Esta tremenda mentira, hizo que el hombre impusiera inconscientemente el derecho a decidir su camino y por ende a imponer su voluntad sobre la voluntad Divina, y lo primero que le obsequió esta situación, fue el miedo a sentirse descubierto por Dios; después, la verguenza al saber que estaba desnudo; y luego, el rechazo del que fue objeto al ser expulsado del Edén por su desobediencia, acción conocida como el pecado original, lo que en si mismo representa el cambio espiritual del Reino de Dios por el mundo material de hombre para vivir en la soberbia de su libre albedrío que lo impulsa a querer o no querer hacer cualquier cosa, sin darse cuenta, o no querer hacerlo, de que este libre albedrío sigue estando manipulado por el Tentador que en verdad motiva al hombre a querer hacer su voluntad amparándose en todos los conocimientos que ha ido adquiriendo a través del tiempo y que lo ha sumido en muchas tradiciones que no le han permitido retornar por completo a su origen espiritual.
Pero no paró ahí la cosa, pues Dios al concederle al hombre el libre albedrío, maldijo a la tierra, y sobre el hombre y su mujer, la sentencia que todos o casi todos conocemos.
Al concretarse lo anterior, Dios mismo nos traslado por así decirlo, de ser parte del polo espiritual positivo, a ser parte del polo material negativo en este mundo al maldecir Dios la tierra, la cual le fue dada a Satanás el Tentador, y éste lugar es en donde vivimos desde entonces, y en el que estamos tan acostumbrados a vivir que no nos interesa en sobremanera conocer el motivo del porqué estamos plantados aquí, en este mundo material.
El hombre por la soberbia de su misma voluntad impuesta por la ignorancia del verdadero conocimiento de su libre albedrío, solamente vislumbraba a través de las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, que vendría alguien que les mostraría el camino de regreso al Reino de Dios y a la vida eterna.
El hombre, orgulloso y soberbio con su flamante libre albedrío a cuestas, es decir, cargando el enorme peso de decidir con sus propias fuerzas finitas para hacer o no hacer cualquier cosa, se imaginó que podría controlarlo con autonomía y autoridad, ha, pero quien fue controlado a través de él fue el hombre mismo por quien lo orilló a imponerlo, el Tentador, quien al hacerle creer como verdad una infamante mentira, le colocó unas enormes y gruesas vendas negras y mágicas, que lo ha mantenido viviendo en la oscuridad de las tradiciones hasta nuestros días, provocando con ello, que únicamente nos interese todo lo material que este mundo nos proporciona para satisfacer nuestras necesidades o nuestras variadas ambiciones, por lo que, en gran medida, se ha acomodado la voluntad de Dios y la Palabra de Jesús a la voluntad y a la palabra del hombre para que en lugar de convencernos a ser fieles a su Hijo Jesucristo guardando y enseñando a cumplir su Palabra como la verdadera voluntad de Dios, seamos fieles al hombre en el Nombre de Dios.