Abel se levantaba temprano dándole gracias a Dios por el nuevo día, poniendo todo sujeto a su Santísima Voluntad; después de desayunarse opíparamente, se levantaba de la mesa e iba al establo a preparar a su rebaño para llevarlo a pacer al campo; salía con su rebaño al son de su flauta, y al llegar al lugar previsto, dejaba que sus ovejas se alimentaran con todo lo que Dios había puesto en la naturaleza para ello, es decir, verdes y abundantes pastos y agua cristalina, pura y limpia con el fin de que fueran aprovechados totalmente en su adecuada alimentación. Pero además había en ese campo diversos árboles frutales cuyo fruto servía también de alimento a Abel, por lo que Abel no tenía preocupaciones de ninguna especie pues todo lo que necesitaba lo tenía al alcance de su mano, y todo eso le proporcionaba el tiempo suficiente para alabar a Dios con la música que brotaba de su flauta, instrumento que siempre le acompañaba como buen pastor, y al mismo tiempo bailaba para El, y con esto, estar en franca comunión con Dios agradeciéndole de muchas maneras por todas las provisiones necesarias para él y su rebaño, mismas que Dios ponía al alcance de su mano. Cuando se llegaba la hora de regresar a su casa, Abel juntaba con amor a todo su rebaño, teniendo cuidado de que no le faltara ninguna oveja, y ahí viene, pausadamente, con calma, con paciencia, esperando y guiando a su rebaño de vuelta a su hogar en medio de las notas que fluían alegremente de su flauta en constante alabanza a Dios. Así, que todo el esfuerzo que Abel realizaba, le permitía llegar a su casa animoso para la labor del día siguiente, y así, día tras día.
Ahora veamos la labor de Caín de acuerdo a su ocupación de labrador: Caín se levantaba de madrugada y antes de que saliera el sol él ya tenía que estar desayunado y además tener listos todos sus instrumentos de labranza que ocuparía en la parcela que él ya había escogido, para que cuando saliera el sol, él ya estuviera listo en su tierra de labor preparándose para iniciar su duro trabajo y empezar a preparar la tierra para sembrar en ella, después de arduo esfuerzo, lo que tenía previsto dándole gracias a Dios por todo ello. Trabajaba sin descanso, con tan gran afán y ahínco, que no le daba tiempo para agradecerle a Dios en forma suficiente y adecuada la provisión de semillas y la abundancia de lluvia que necesitaba para su siembra; por lo que dejaba el control de su esfuerzo, a sus conocimientos acerca de las estaciones del año y a la temporada de lluvias, pero sobre todo a su fortaleza física, o cuando menos a su buena "suerte". Así que toda la labor que realizaba lo hacia como una imposición que su libre albedrío ejercía sobre su humana voluntad, por lo que él trabajaba y trabajaba hasta que el sol se ponía en el horizonte, y cuando terminaba las labores del día, quedaba tan cansado y sudoroso, que al llegar a su casa, se tiraba rendido en su cama para descansar y recobrar fuerzas para el trabajo del día siguiente, y así día tras día en un esfuerzo diario por arrancarle a la tierra la provisión necesaria, esperando y obteniendo una gran cosecha. Por lo que nos preguntamos: ¿Por qué la ofrenda de Abel le fue agradable a Dios, y no así, la ofrenda de Caín?
Veamos ahora porqué la ofrenda de Abel le fue agradable a Dios, y porqué le fue desagradable Caín y su ofrenda.
Si vemos las cosas humanamente, diremos que cómo es posible que la ofrenda que Abel le ofreció a Dios fuera de su agrado, si el esfuerzo que Abel hizo fue únicamente el de escoger y sacrificar a las ovejas que iban a ser ofrendadas, y esa acción nos da la sensación de que Abel fue una persona hasta cierto punto conformista y sin ninguna comparación con su hermano Caín, quien le puso empeño, le echó muchas ganas y conocimiento a lo que hizo, sacrificando muchas veces su descanso y su alimentación para conseguir una gran cosecha, de la cual escogió lo mejor para ofrendárselo a Dios; entonces, ¿por qué no fue de su agrado Caín y su ofrenda ?