Cuando mis ojos contemplan
tu cuerpo tan seductor,
siento que late más fuerte
en mi pecho el corazón.
Por cierto que soy cautivo
de la candente pasión,
que emana de tus adentros
cual volcán en erupción.
¡Fuerte, fuerte es nuestro amor!
Que parece una tormenta
con vientos huracanados;
y la sangre hierve en mi
cuando tú estás a mi lado.
Vaya que comparación,
de éste amor que tú me has dado;
como volcán o tormenta
yo te juro vida mía,
que nadie lo ha igualado.
¡Mira!, la gente que es novelera
muy bien sé, que se han extrañado;
y escudriñan y preguntan
al vernos enamorados.
¡No se lo digas a nadie!
Que la envidia es un tormento
para quien lo ha practicado,
y si envidian nuestro amor,
ámame como te lo dicta Dios;
y que todo se convierta
en secreto de los dos.
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