Jesús nos hace una promesa con un alcance sin límite:
"Todo lo que el Padre me ha dado, vendrá a mí, y Yo no rechazaré al que venga a mí, porque Yo he bajado del Cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado"
(Juan. 6: 37-38
Que promesa tan maravillosa esa, si vamos a Cristo en una conversión auténtica y honesta, definitivamente estaremos tomando la llave para abrir la puerta del recinto espiritual de Dios, para que una vez dentro de él, nos encaminemos según sus enseñanzas, a introducirnos a la Mente de Su Sabiduría Total Positiva en donde adquiriremos el conocimiento suficiente y verdadero que nos pondrá en la brecha del Orden y el Propósito de Dios en nosotros, para así, alcanzar el verdadero conocimiento de nuestra verdad existencial.
Por eso, es importantísimo lo que Jesús nos dice en su Palabra contenida en el Nuevo Testamento que refuerza, de una manera rotunda, lo anterior:
"En verdad les digo: Quien no entra por la puerta al corral de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón y un salteador”
Juan. 10: 1
Y nos dice, nos informa y nos advierte lo siguiente:
“Yo soy la Puerta: el que entra por mí está a salvo. Circula libremente y encuentra alimento. El ladrón entra solamente a robar, a matar y a destruir. Yo, en cambio, vine para que tengan vida y sean colmados. Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. El asalariado las agarra y las dispersa porque sólo es un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, conozco a las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este corral. A ellas también las llamaré y oirán mi voz: y habrá un solo rebaño como hay un solo pastor”
Juan. 10: 9 al 17
Jesús nos está diciendo que todos los que guardemos y enseñemos a cumplir su Palabra, tendremos vida y abundancia y libertad en este mundo, porque él, que vino a dar su vida por nosotros, es el Buen Pastor que no busca dispersarnos porque no desea ningún beneficio económico, sino que vino a unirnos en el espíritu a todos los que somos suyos, porque hemos escuchado su voz en cualquier parte del mundo a través del discernimiento espiritual recibido por medio del estudio reflexión y meditación profunda de su Palabra.
Al ir conociendo poco a poco su Palabra, vamos adquiriendo nuevos conocimientos que nos van dando la pauta para entender lo que sigue:
“Entre los fariseos había un personaje judío llamado Nicodemo. Este fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Rabbí, nosotros sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro. porque nadie puede hacer señales milagrosas como las que tú haces, a no ser que Dios esté con él." Jesús le contestó:"En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba." Nicodemo le dijo: "¿ Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿ Quién volverá al seno de su madre para nacer de nuevo?" Jesús le contestó: "En verdad te digo: El que no renace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne y lo que nace del Espíritu es espíritu. Por eso no te extrañe de que te haya dicho: necesitan nacer de nuevo, de arriba. El viento sopla donde quiere y tu oyes su silbido; pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del Espíritu." Nicodemo volvió a preguntarle: "¿Cómo puede ser esto?" Respondió Jesús: "Tú eres maestro en Israel, ¿y no entiendes esto?
(Juan 3: 1 al 10)
Jesús nos está diciendo, que para ver el Reino de Dios, el hombre deberá recibir el bautizo por decisión propia como un medio para renacer a una vida nueva en el Espíritu, quitando todas las impurezas que se han formado y aumentado en su ser a través de los años en este mundo material y tradicional por darle gusto a la carne.