Ahora ponga mucha atención a lo que Jesús contestó a la pregunta que le hiciera un maestro de la Ley respecto a cuál era el mandamiento que encabeza a los demás:
"Escucha Israel; El Señor nuestro Dios, es un único Señor, Al Señor tu Dios, amarás con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después viene éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos."
Marcos. 12: 29- 31,
Tiempo después Jesucristo dice:
"Les doy este mandamiento nuevo, que se amen unos a otros. Ustedes se amarán como yo los he amado. Así reconocerán todos que ustedes son mis discípulos: si se tienen amor unos a otros”
Juan. 13: 33 al 35
Y hace una hermosa y maravillosa promesa a quienes guarden y enseñen a cumplir con fidelidad su Palabra.
"Yo les enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre. Este intercesor, cuando venga, presentará mi defensa. Y ustedes también hablarán en mi favor, pues han estado conmigo desde el principio."
Juan 15: 26, 27
Este intercesor se hará presente en nuestras vidas, cuando obedezcamos fielmente el mandato de Jesús cuando dice: Entonces Jesús, acercándose, les habló con estas palabras.
"Todo poder se me ha dado en el Cielo y en la tierra. Por eso, vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos, en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado. Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo."
Mateo. 28: 18 al 20
Cuando en nosotros se encuentre el conocimiento de Dios, a través de Jesús, entonces recibiremos al Espíritu de la verdad que nos hará completamente obedientes para afianzar nuestra fe en su Palabra y empezar a predicarla con fidelidad, sin desviarnos, ni desviar a nadie de lo que Jesús nos enseña como la voluntad de Dios.
Teniendo como fundamento la Palabra de Jesús en toda su doctrina contenida en el Nuevo Testamento, y meditando fielmente todo lo que él nos comunica desde el principio, estaremos en la mejor posición como sus discípulos, de obedecer a Dios cumpliendo con lo que Jesús nos ha encomendado.
Si nos esforzamos y nos mostramos valientes para cumplir esa encomienda con absoluta fidelidad, recibiremos los Dones y el Fruto del Espíritu. Escuchemos:
“En cada uno el Espíritu revela su presencia con un don, que es también un servicio. A uno se le da hablar con sabiduría, por obra del Espíritu. Otro comunica enseñanzas conformes con el mismo Espíritu. Otro recibe el don de la fe, en que actúa el Espíritu. Otro recibe el don de hacer curaciones, y es el mismo Espíritu. Otro hace milagros; otro es profeta; otro reconoce lo que viene del bueno o del mal espíritu; otro habla en lenguas, y otro todavía interpreta lo que se dijo en lenguas. Y todo esto es obra del mismo y único Espíritu, el cual reparte a cada uno según quiere”
1Corintios 12: 7 al 11