Yo soy la luz crística en expresión; nada puede perturbar la paz de mi alma.
Las enseñanzas de Jesús son Verdades eternas que me ayudan en el camino de la vida, así que determino vivir de acuerdo a su ejemplo. Reconocer que comparto la misma cualidad espiritual —la mente crística— me consuela.
Logro una conciencia espiritual elevada cuando celebro mi divinidad: mi “YO SOY”, la presencia de Dios en mí. Inspirado por mi Señalador del camino, recibo consuelo y brindo consuelo a los demás. Mi vida refleja la paz serena del Espíritu en todo lo que pienso, digo y hago. Una sensación de consuelo se extiende por todo mi ser. Mi alma se regocija a medida que una serenidad sagrada trasciende toda emoción. ¡Yo soy la luz crística en expresión!
Pido al Padre que de su gloriosa riqueza les dé a ustedes, interiormente, poder y fuerza por medio del Espíritu de Dios.—Efesios 3:16
Al crecer en comprensión, soy receptivo para recibir las bendiciones de Dios.
Cuando una planta florece, toma la calidez de la luz del sol, el oxígeno y el sustento del agua. Poco a poco, los pétalos se abren, revelando la plenitud de la flor. Yo soy como una flor. Crezco espiritualmente gracias a las bendiciones disponibles para mí por haber sido creado de manera divina.
Para fomentar mi crecimiento espiritual, establezco prioridades dedicando tiempo y energía a Dios. Utilizo libros que me enseñen verdades espirituales. Pongo en acción dichas verdades en mi vida por medio de mis pensamientos, palabras y hechos.
Creo prácticas diarias que apoyan mi búsqueda continua de Dios. Al crecer espiritualmente y permitir más luz de Dios en mi vida, mi verdadero ser es revelado plenamente.
Fortalecidos con todo poder, conforme al dominio de su gloria.—Colosenses 1:11