Nuestra vida de cristianos, si es una de auténtico seguimiento de Cristo, es una peregrinación “en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”. Sí, llegan los ataques, las calumnias, las persecuciones… pero ellos son sólo una señal de que vivimos el amor, animados por el Espíritu Santo. Sólo nos toca abandonarnos confiadamente entre sus manos, para que así pueda transformarnos en Cristo. Marcos 6, 17-29
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