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General: Ensayo en el disc. del Evangelio según San Juan cap. 6
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De: Hermano Cristiano  (Mensaje original) Enviado: 10/04/2017 18:01
JUAN CAP. 6
Juan cap. 6: v 1 al v 9
Después, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberiades. Lo acompañaba muchísima gente a causa de las señales milagrosas que lo veían hacer en los enfermos. Jesús subió al cerro y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, fiesta de los judíos.
Jesús, levantando los ojos, se fijó en la muchedumbre que venía a él, y dijo a Felipe: ¿Dónde podremos conseguir pan para que coman? Esto lo decía Jesús para ponerlo a prueba, porque él sabía bien lo que iba a hacer. Felipe respondió: Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan.
Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿que es esto para tanta gente?
ENSAYO:
Cada vez estamos con la mente más dispuesta para tratar de entender lo que Jesús nos quiere comunicar en este pasaje. Veamos: El lago simboliza lo que separa la condición humana tradicionalmente religiosa y materialista, de su condición espiritual, es decir: la separación que debe de existir forzosamente entre el conocimiento de humana sabiduría enriquecido con los pensamientos, emociones y sentimientos de hombre, del conocimiento e infinita Sabiduría de Dios. Por lo que si queremos conocer en verdad los tiempos, el orden y propósito de Dios encomendados a Jesús, deberemos atrevernos a seguirlo partiendo de la ribera de la condición tradicionalmente religiosa y materialista de hombre, hacia la otra orilla del lago en donde podremos encontrar, cada quien según su anhelo, la esencia espiritual de nuestra humanidad, y subir, junto a Jesús, al cerro formado por todo el conocimiento de finita y humana sabiduría para ser colocado como estrado del conocimiento e infinita Sabiduría de Dios a través del estudio, reflexión y meditación de su Palabra encomendada a Jesús, ya que se acerca la fiesta de la Nueva Pascua a la que todo aquel que quiera asistir ya está invitado, y si levantamos nuestros ojos espirituales, veremos a una muchedumbre que tiene hambre espiritual y que ha seguido a Jesús para ser saciados y él nos mande servirles, y al ver que lo que tenemos en revelación espiritual es parecido a cinco panes de cebada y dos pescados, diremos a Jesús, como Andrés le dijo a èl al ver lo poco que había para repartir: ¿Qué es esto para tanta gente?
Juan cap. 6: v 10 al v 15
Jesús les dijo: Hagan que se sienten los hombres. Pues había mucho pasto en ese lugar. Y se sentaron los hombres en número de cinco mil.
Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a todos los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada. Y llenaron doce canastos con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver esta señal que hizo Jesús, los hombres decían: Este es ciertamente el Profeta que ha de venir al mundo. Pero Jesús se dio cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y, nuevamente, huyó solo a la montaña.
ENSAYO:
Aunque creamos no tener lo suficiente para pretender alimentar a mucha gente, no deberemos preocuparnos demasiado, ya que antes de repartir lo que tenemos, levantemos los ojos al cielo y demos gracias a Dios en el Nombre de Jesús por lo que ya hemos recibido y empecemos a repartirlo con la entera confianza de que todo eso se verá aumentado, de tal manera, que alcanzará para satisfacer abundantemente la necesidad espiritual de todos los que compartimos este divino alimento de la Palabra de Dios. Y todos aquellos que no aprovecharon ese alimento divino de la mejor manera, será como si hubieran dejado sobrantes que los discípulos de Jesús no permitirán que se pierdan sino que podrán ser aprovechados para otras personas que tienen hambre de conocer más de Dios a través del alimento divino de la palabra de Jesús.
Concentrémonos debidamente y de acuerdo al estudio, reflexión y meditación de la enseñanza de Jesús que nos va proporcionando la esencia de ella a través de su discernimiento, para que todo sea contestado de acuerdo a los pensamientos de Dios y no de acuerdo a las palabras que brotan del razonamiento y pensamiento de hombre en sus tradiciones y sabiduría humana, y así saber que se actúa de acuerdo a la autoridad que Dios delega en nosotros a través de Jesucristo, por lo cual, muchos reconocerán que somos discípulos de Jesús y seguramente querrán otorgarnos otra clase de autoridad para recibir honor, gloria y alabanza, lo que nos podría desviar del tiempo, del orden y propósito de Dios. ¡Cuidado! No deberemos de caer en esa tentación, ya que sin que nos diéramos cabal cuenta de ello, podría llevarnos a pretender quitarle la honra, la gloria y alabanza que le pertenece a Dios en su Trinidad Santa y Perfecta. Por lo que, cuando se presentasen estas manifestaciones tradicionales humanas, al igual que Jesús, deberemos retirarnos al lugar alto de nuestra condición humana, para pedirle a Dios en el Nombre de Jesús, nos fortalezca en esa hora de prueba para poder resistir esos ataques del Tentador, y colocar las cosas de nuestra condición tradicional y materialista, como estrado de las cosas espirituales de Dios, reafirmando con certeza y convicción, de que el libre albedrío que nos pertenece, deberá de ser utilizado como la llave espiritual que Dios colocó en la mente de todo ser humano para estar conscientemente en el tiempo, el orden y propósito de Dios para el hombre, y no, en el tiempo, el orden y propósito del hombre para Dios.
Juan cap. 6: v 16 al v 21
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la playa y subieron a una barca dirigiéndose a Cafarnaún, al otro lado del lago. Habían visto caer la noche sin que Jesús se hubiera reunido con ellos, y empezaron a formarse grandes olas debido al fuerte viento que soplaba.
Habían remado como cinco kilómetros, cuando vieron a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca; y se llenaron de espanto. Pero él les dijo: Soy yo, no tengan miedo.
Quisieron subirlo a la barca, pero en seguida la barca se encontró en la orilla adonde se dirigían.
ENSAYO:
Cuando subamos nuevamente a la barca para regresar de donde partimos en busca de Jesús y lo hayamos dejado atrás, empezaremos a sentir nuevamente las grandes olas formadas por el fuerte viento de nuestra condición tradicional y materialista, y seremos presa fácil de las angustias, miedos y preocupaciones mundanas, pero no avanzaremos una gran distancia cuando de momento percibiremos su presencia y sentiremos el consuelo, esperanza y seguridad que viene de Dios porque veremos a Jesús caminar sobre esas inquietas y embravecidas aguas de nuestros problemas y diciéndonos que no nos asustemos porque él nos llevará a salvo a donde estamos siendo conducidos.
Juan cap. 6: v 22 al v 27
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago, se dio cuenta que no había mas que una sola barca y que Jesús no se había ido con sus discípulos en la barca, sino que éstos se habían ido solos. Pero algunas lanchas llegaron de Tiberíades hasta cerca del lugar donde todos habían comido el pan. Como Jesús no aparecía ni tampoco sus discípulos, la gente subió a las lanchas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al contrario al otro lado, le preguntaron: Maestro, ¿cómo llegaste acá? Jesús les contestó: En realidad, ustedes no me buscan por los signos que han visto, sino por el pan que comieron hasta saciarse. Afánense, no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual uno tiene vida eterna. El Hijo del Hombre les da esta comida; él es al que el Padre, Dios, señaló con su propio sello. 
ENSAYO:
Algunas veces sentiremos la necesidad de buscar a Jesús porque no percibimos su presencia en gran manera, y no porque no creamos en los signos que hemos visto ni tampoco por lo que muchos dicen de él de acuerdo a sus testimonios de milagros en sus personas o gente conocida por ellos, sino por el alimento celestial de su Palabra, por eso no nos afanemos por la comida de un día, sino que procurémonos todos los días el alimento que él nos ofrece a todos a través del estudio, reflexión y meditación de su enseñanza, puesto que Dios lo señaló con su propio sello para compartirnos ese alimento celestial, y ahora, nosotros deberemos de cumplir la encomienda a la que Jesús nos envía para compartir, con quien así lo quiera, el alimento espiritual de su Palabra.
Juan cap. 6: v 28 al v 36
Los judíos le preguntaron: ¿Que tenemos que hacer, y cuales son las obras que Dios nos encomienda? Jesús les dijo: La obra es esta: creer al enviado de Dios.
Entonces le dijeron: ¿Dónde están tus señales milagrosas, para que veamos y creamos en ti? ¿Dónde están tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, según dice la Escritura: Se les dio a comer pan del cielo.
Jesús contestó: En realidad, no fue Moisés quien les dio pan del cielo. Mi Padre es el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es el que ha bajado del cielo y que da vida al mundo.
Ellos dijeron: Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les dijo: Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mi nunca tendrá hambre, el que cree en mi nunca tendrá sed. Sin embargo, como ya lo he dicho, ustedes se niegan a creer, aún después de haber visto. 
ENSAYO:
Si creemos en Jesús guardando y enseñando a cumplir sus mandatos, estaremos haciendo nuestro el mandato de Dios de creer en su Hijo Jesucristo respetando el tiempo, el orden y propósito al que fue enviado, y si no guardamos fidelidad a sus mandatos pretendiendo creer en Jesús de acuerdo a tradiciones religiosas, pensamientos y sabiduría de hombre lo más seguro es que estemos siguiendo tiempos que ya deberían haber pasado, e inconscientemente tal vez, no hemos querido entrar de lleno en los tiempos nuevos de la gracia del perdón de Dios para el hombre, porque todavía no hemos llegado a entender que, el maná que Dios otorgó a su pueblo a través de Moisés, fue alimento físico y material para satisfacer el hambre en el estómago, pero el Pan que en Jesús es, es Pan bajado del Cielo para dar vida nueva al mundo, es Pan celestial para alimentar el espíritu, y si queremos comer este Pan, deberemos reconocer a Jesús a través de estudiar, reflexionar y meditar en su enseñanza, pues quien así lo hace nunca tendrá hambre y nunca tendrá sed.
En estos tiempos se están formando verdaderos discípulos de Jesús para predicar su enseñanza en su esencia espiritual, y no predicarla con el razonamiento tradicionalmente religioso y materialista de tiempos que ya debieron haber pasado, tiempos en los que se animaba a la gente a creer en Jesús guardando fidelidad a normas, enseñanzas y mandatos de hombre, ocultando con Palabras de sabiduría humana el verdadero significado de su mandato para guardar y enseñar a cumplir con fidelidad su enseñanza.
Juan cap. 6: v 37 al v 40
Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mi, y yo no rechazaré al que venga a mi, porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre es que toda persona que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
ENSAYO:
Esto que Jesús dice, está reafirmando que todos aquellos que lo busquen siendo fieles a su mandato, serán enseñados a conocer cuál es la voluntad del Padre para que así sean realmente liberados de las cadenas que los tienen esclavizados a las cosas de este mundo, ya que Jesús no vino para condenar al mundo, sino para que todos aquellos que quieran ser rescatados de la condenación a la que por siglos ha estado el hombre en espera del Juicio Final, creamos en él y en su Palabra para ser resucitados en el último día, es decir: cuando verdaderamente dejemos de guardar y enseñar a cumplir enseñanzas y mandatos de hombre en las cosas de Dios crucificando nuestra condición materialista, para que resurja victoriosa nuestra condición espiritual a la verdadera imagen y semejanza de Dios para guardar y enseñar a cumplir la Palabra de Jesús como la voluntad de Dios, para que el día en que seamos llamados a cuentas podamos adorar a Dios en espíritu y en verdad y vivir a plenitud en el Reino de Dios.
Juan cap. 6: v 41 al v 47
Los judíos criticaban porque Jesús había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo Y decían: Este Jesús, ¿no es el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Como dice que bajó del cielo?
Jesús contestó: No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mi si no lo atrae mi Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: Y todos se dejarán enseñar por Dios. Así, toda persona que escucha al Padre y recibe su enseñanza, viene a mi.
Es que nadie ha visto al Padre fuera del que ha venido de Dios: éste ha visto al Padre. En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna.
ENSAYO:
Quienes se encuentran dominados para seguir tradiciones religiosas porque están acostumbrados a ser guiados y convencidos de acuerdo a las normas, enseñanzas y mandatos de hombre con las que éste ha querido interpretar la enseñanza de Jesús, nos mirarán y se preguntarán: ¿Por qué se autodenominan como discípulos de Jesús? si nosotros los conocemos muy bien y sabemos de donde vienen, y además, no les ha sido conferida esa investidura de parte de nuestras autoridades religiosas. Por lo que dudarán de lo que digamos.
Pero la Palabra les dice a quienes dudan: no murmuren entre ustedes que están acostumbrados a creer que la autoridad que confiere el hombre en el Nombre de Jesús es la verdadera autoridad que viene de Dios, y esto lo han considerado como una verdad incuestionable porque se ha manipulado la enseñanza de Jesús para que parezca que así es, pero si aquellos que murmuran se pusieran a estudiar, reflexionar y meditar profundamente en ella, sabrían que la autoridad que Dios confiere se manifiesta en quienes se esfuerzan por ser verdaderamente fieles a su mandato, creyendo y aceptando en sus corazones, que Jesús es el Pan bajado del Cielo con lo cual se cumplirá con lo escrito por los profetas: Y todos se dejarán enseñar por Dios.
Por eso la enseñanza que Dios confió a su Hijo Jesucristo, será recibida por todos los que quieran ir a él para recibir ese alimento espiritual para recibir la esencia que ella contiene y puedan conocer al Padre y escuchar su voz, y recibir en sus corazones, la gracia de su perdón, su amor, su justicia y su misericordia infinitas.
Juan cap. 6: v 48 al v 54
Yo soy el pan de vida. Vuestros antepasados, que comieron el maná en el desierto, murieron. Aquí tienen el pan que bajó del cielo para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para vida del mundo.
Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: ¿Cómo este hombre va a darnos a comer carne. Jesús les contestó: En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. 
ENSAYO:
Tengamos presente que sólo Jesús es el Pan de Vida, y que el pan que a muchos se les ha dado, es como el maná del desierto, que ha calmado momentáneamente el hambre espiritual que han sentido, pero ese pan no les proporcionará vida eterna.
Esta vida eterna sólo puede ser recibida en todo aquel que ha permitido que su condición tradicionalmente religiosa y materialista, inmersa en las cosas de este mundo, sea colocada y clavada en la cruz que le corresponde para estar en la condición adecuada para guardar y enseñar a cumplir con fidelidad la Palabra de Jesús, es decir, para comer su carne y beber su sangre convenientemente para adquirir el conocimiento material y espiritual de su persona según el discernimiento en la esencia de su enseñanza, para que a su tiempo, tiempo de Dios, Jesús nos resucite en el último día.
Juan cap. 6: v 55 al v 59
Mi carne es comida verdadera, y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi, y yo en él. Como el Padre, que vive, me envió, y yo vivo por él, así quien me come a mi tendrá de mi la vida. Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el que comieron vuestros antepasados, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.
Así habló Jesús en la Casa de Oración en Cafarnaún. 
ENSAYO:
Jesús y su enseñanza es comida y bebida verdadera, que come y bebe en verdad todo aquel que cree en Jesucristo como dice la Escritura y que guarda y enseña a cumplir con fidelidad su mandato, reflexionando y meditando en su enseñanza para recibir su discernimiento en su esencia espiritual, entonces y sólo entonces, estará comiendo su carne y bebiendo su sangre en la forma debida para que la voluntad de Dios permanezca en cada uno de sus hijos obedientes, y así, como el Padre que vive y Jesús vive por él, quienes hacen suya la encomienda de ser fieles a Jesús y su Palabra, tendrá en Jesús la vida, porque él es el Pan de Vida bajado del Cielo para que el que coma de este Pan viva para siempre.
Juan cap. 6: v 60 al v 72
Cuando oyeron todo esto, muchos de los que habían seguido a Jesús dijeron: ¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién puede sufrirlo?
Jesús captó en su mente que sus propios discípulos criticaban su discurso, y les dijo: ¡Que va a ser entonces, cuando vean al Hijo del Hombre subir al lugar donde estaba antes! El Espíritu es quien da la vida, la carne no sirve de nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y, por eso, dan vida. Pero hay algunos de ustedes que no creen.
En efecto, sabía Jesús desde el principio quienes eran los que no creían y quien era el que lo iba a entregar. Agregó: ¿No les he dicho que nadie puede venir a mi si mi Padre no les ha concedido esta gracia?
A partir de este momento muchos de sus discípulos dieron un paso atrás y dejaron de seguirlo. Jesús preguntó a los Doce: ¿Quieren también dejarme ustedes?
Pedro contestó: Señor, ¿a quién iríamos? Tu tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tu eres el Santo de Dios. Jesús respondió: Yo mismo los elegí a ustedes, los Doce. Y, sin embargo, uno de ustedes es un diablo. Jesús se refería a Judas, el Iscariote, hijo de Simón. Era uno de los Doce, y lo traicionaría. 
ENSAYO:
Cuando alguien predique obedeciendo la voluntad de Dios, muchas de las autoridades religiosas que siguen viviendo atados a las tradiciones, normas y formas humanas de entender la enseñanza de Jesús, se escandalizarán, ya que se sentirán amenazados en el poder que el hombre les ha dado en el Nombre de Jesús, porque saben muy bien que ese poder no es el poder que Dios da porque no están en verdadera obediencia, y no se han dado cuenta realmente o no han querido hacerlo, que la carne no sirve de nada sin la vida que da el Espíritu, y la Palabra de Dios es Espíritu y es Verdad, y quien la guarda y enseña a cumplir con fidelidad creyendo en Jesús y en su enseñanza, tendrá vida verdadera.
Dios nos conoce a todos y sabe quienes somos, y sabe quien ha pretendido quitarle la honra y la gloria y la alabanza, consciente o inconscientemente, porque han enseñado o seguido la enseñanza de Jesús adulterándola con normas y pensamientos de humana sabiduría. Pero sabemos que nadie puede creer en verdad en Jesús y su Palabra, recibiéndolo en sus corazones, si el Padre no les ha concedido esa gracia porque no se han mostrado obedientes a su voluntad, por lo que muchos de los que se han proclamado cristianos y que han escuchado estas fuertes palabras, no serán capaces de cambiar esa actitud religiosa tradicional y materialista, y seguirán utilizando el Nombre de Jesús según lo vayan marcando sus normas dictadas por el libre albedrío humano, y quienes sigan actuando de esta manera, en lugar de seguir el llamado del Espíritu, están siguiendo el llamado de la carne.
Pero también sabemos que el que ha hecho suya la voluntad de Dios a través de creer en verdad que Jesús es el Santo de Dios, no se desviará de la encomienda que se le ha encargado, porque le ha sido dada la valentía y el dominio propio para resistirse a las tentaciones y presiones que el hombre ejercerá sobre él según sus tradiciones, en el Nombre de Jesús.
Sin embargo, alguno de los escogidos es un diablo que tratará de desviar su enseñanza con cosas de tiempos pasados u otras enseñanzas ajenas a la Palabra de Jesús, por eso todo cristiano deberá estudiar, reflexionar y meditar profundamente en ella para recibir su discernimiento en su esencia espiritual, y en eso se reconocerá a sus verdaderos discípulos.


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De: Alicia Enviado: 10/04/2017 19:14


 
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