te, María pudo dar su vida por una sola persona. Aun cuando su sacrifico fue inmenso, lo más que hizo fue comprarle a esa joven madre, cuando mucho, unos años más de vida.
En contraste, nosotros tenemos un Salvador que se sacrificó a sí mismo por todo el mundo. Más aún, la muerte y resurrección de Jesús nos da vida con él para toda la eternidad. Las palabras de la Escritura: “y entregó el espíritu”, muestran el gran amor de Dios en acción. Gracias a lo que Jesús ha hecho, la muerte ya no es más algo a ser temido. Gracias a Jesús tenemos vida, y vida eterna.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, ayúdame a vivir cada día como si fuera el último, nunca temiendo a la muerte. Amén.
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