No es la dicha una meta en la distancia, que ambicionamos alcanzar un día, mas la visión que a nuestra fe se alía, y el paso a paso en cada circunstancia.
Más que obtenerla, se hace en cada instancia, es la senda y la euforia que nos guía; la vamos construyendo, profecía que se va consumando en trashumancia.
La vista está en el fin, siempre lejano, mas con nosotros van el pie y la mano, fraguando la ventura del momento.
No hay más felicidad que ésta de ahora; la otra es ensoñación ofuscadora, inasequible luz del firmamento.