Entre la tarde y la noche, cálido y silente
presa de su mirada prohibida y salvaje,
como las sombras lo busco en el espejo
como tinieblas y luz entre los hilos de las horas;
esclava en su mirar fiero y callado lo descubro
distante de los días cercano de la noche
como cristal de su reflejo
soy susurro de su aroma,
y el eco de sus ojos.
En su silencio indiscreto su mirada me observa
su sonrisa responde a mis ojos que callados lo perciben;
y él está lejos ¡ha! más lejos que nadie
pensando hilvanando sombras en la oscuridad
tú hombre, varón y niño;
que tejes mil cosas en la nostalgia del recuerdo
que hablo en mi silencio y me callas con el silencio tuyo
y me oyes a lo lejos como el viento
y me respondes ansioso hasta el último grito de mis ojos.
Mis palabras las llevas marcadas en tu piel
y hasta te creo dueño de mis pensamientos,
somos eco de la noche y es nuestra dueña sigilosa
mientras vemos arder la luna besándonos los ojos;
¡sí! los ojos que son lenguaje del silencio,
a nadie te pareces cuando defino tu mirada
y quiero hacer contigo lo que las estrellas al universo
y quiero vagar en tu cuerpo como el sol en los días.
El sol que por tu cuerpo pasa y te hace presente
me robas los suspiros y me entregas tus sonrisas,
para volcarte en mis labios en el atardecer de los días
y tu silencio acosa mi soledad y nostalgia perseguidas,
tus ojos son la voz misteriosa
que enmudece mi conciencia,
que como sombra me hablan y me desnudan
y en el crepúsculo de la tarde me cobijas en tus brazos
y me convierto en fuego y soy la llama de tu alma
tu él de los ojos inquietos, silencioso cascabel
cual flecha de oro que traspasa mi horizonte,
como las olas del mar me mojas de tu cuerpo
y me vuelves locamente tuya ¡si tuya!
entre las sabanas de la luna.
Y hoy eres mi sed, mi ansiedad y mi refugio,
soy tu esclava y prisionera de tu cuerpo
y me socavas con el rocío de tus besos
y soy toda tuya
¡Si tuya! ¡Tan tuya! Más que de nadie
para entregarme a ti completamente a ti
cuando tú lo quieras y cuando tú lo desees
y entregarme conquistada al hombre,
a él que es ¡mío! Entre la tarde y la noche,
para rendirme a él, ¡a él!
al varón que me domina
¡A él!
el de los ojos cafés.
Desconozco el autor
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