Pasan las horas de hastío por la estancia familiar, el amplio cuarto sombrío donde yo empecé a soñar.
Del reloj arrinconado, que en la penumbra clarea, el tictac acompasado odiosamente golpea.
Dice la monotonía del agua clara al caer: un día es como otro día; hoy es lo mismo que ayer.
Cae la tarde. El viento agita el parque mustio y dorado... ¡Qué largamente ha llorado toda la fronda marchita!
Autor del poema: Antonio Machado
|