Cada día me da la oportunidad de observar mis creencias. ¿Acaso he creído que tengo una capacidad limitada para dar y recibir? O ¿tengo el hábito de pensar que no soy lo suficientemente apto? De ser así determino apartar mi atención de la negatividad. Dejo ir las percepciones antiguas y abro los ojos para ver mi esencia verdadera. Yo soy el Espíritu en expresión.
Las afirmaciones y oraciones se convierten en puntos de apoyo que me guían a la luz y el amor en el centro de mi ser. Descanso en el conocimiento de que mi mente es una con la mente divina. Yo soy un centro radiante de luz y comprensión. Suelto todo pensamiento de limitación. Como criatura amada de Dios, tengo acceso a la comprensión y a la claridad cada día.
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.—Proverbios 3:5