EL ARQUERO
I
Arquero de la noche, con un gesto arrogante,
alcé el arco en la sombra y apunté a las estrellas.
Arquero de la noche, mi pulso estaba firme,
y en mi carcaj había solamente una flecha.
II
Y vigorosamente lancé mi flecha al viento,
y hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa.
Lancé mi única flecha —la flecha de mi ensueño—
y me crucé de brazos bajo la noche negra.
III
El arco envejecido se me pudre en las manos,
pero yo sigo —arquero de la noche— en mi espera.
Lancé mí única flecha, y se perdió en la sombra.
Y nunca he de saber si llegó a las estrellas.
José Ángel Buesa