Cuando las condiciones del mundo parecen sugerir caos, encuentro paz al mantener la alta vigilia centrado en el Espíritu. Como sé que la Sabiduría infinita reside en mí, tomo tiempo regularmente para examinar mis pensamientos y palabras. Vigilo mis emociones y acciones para no fomentar hábitos que no expresen mi verdadero ser.
Tomo un momento para ver lo que ocurre. Me pregunto: ¿Está obrando el Espíritu en esta situación? ¿Respondo con fe manteniendo mi atención centrada en la actividad divina? El espíritu de Dios en mí es la respuesta a cualquier interrogante de mi corazón. Gracias a la sabiduría divina, mantengo una visión positiva.
Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo, pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido.—1 Corintios 13:12
Envuelvo a otros en mis oraciones de luz, amor y paz.
Mis oraciones por seres queridos alinean mi mente y corazón con la verdad de que vivimos juntos en la luz y el amor de Dios. En este espíritu de unidad, aquieto mis pensamientos y me dirijo a Dios en mí. En meditación silenciosa, mantengo a mis amigos y familiares en oración.
Los veo como seres de luz, guiados por la sabiduría divina, irradiando vida y energía, saludando cada día con un espíritu de amor y paz. Conozco esta Verdad para ellos: Son más que cualquier reto que puedan enfrentar. Todos somos expresiones de Dios, amorosas, compasivas y amables. Dejo ir cualquier sentimiento de preocupación, sabiendo que las personas por quienes oro son guiadas a su bien.
Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros.—Juan 13:34
Practico principios espirituales para crear una vida centrada divinamente.
Me esfuerzo por vivir partiendo de mis valores y creencias espirituales. Incluso si no pertenezco a una comunidad de adoración, puedo practicar la Verdad que conozco.
Mis pensamientos proveen la base para alinear mi mente con el espíritu en mí. Vivo basado en los principios y enseñanzas de mi fe. Luego, me aseguro de reflejarlos en mis pensamientos y acciones según interacciono con las personas y en las situaciones a mi alrededor. Trato a los demás con amor y amabilidad partiendo de un lugar de honestidad, generosidad y perdón. Determino vivir basado en mi Verdad espiritual, afianzado a Dios con todo mi ser. Practico principios espirituales para crear una vida centrada divinamente.
El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti.—Miqueas 6:8