¿Cómo resolver los conflictos con los demás?
Nadie está exento de conflictos, por más que se empeñe en librarse de ellos. Pero pueden ser una buena oportunidad para aprender y crecer personalmente. Aunque nos parezca imposible, tan solo es cuestión de proponérselo y empezar a cambiar la manera en que vemos lo que sucede.
Los conflictos son “el pan de cada día” a cualquier edad, sin importar nacionalidad, religión o idea política. Tenemos conflictos con la pareja, con los hijos, con el trabajo, con los amigos, con el dinero…. y la lista continua. En la mayoría de los casos, los problemas o discusiones surgen porque no somos capaces de “dar el brazo a torcer” o de ponernos en el lugar del otro: nos encerramos en nuestro punto de vista y no estamos dispuestos a ceder ni un ápice, sobre aquello que nos gusta o queremos.
Según indican varios profesionales de la psicología, un gran porcentaje de los conflictos se producen por nuestra incapacidad de hallar un punto en común o por no querer aceptar las ideas del otro, y no por la diferencia de criterios o gustos.
Ahora bien, ¿siempre que hay conflictos es algo negativo? ¡Por supuesto que no! Todo depende de cómo los aprovechemos en nuestro favor, porque un problema también puede ser el motor que promueva un motivo de aprendizaje o de cambio en nuestra manera de actuar.
Es preciso para ello que desarrollemos una capacidad: la flexibilidad cognitiva o mental, la cual nos permitirá divisar otros horizontes. Ser flexibles es estar abierto a otras visiones.
La flexibilidad cognitiva es la habilidad que nos permitirá ser compresivos en relación a las ideas y puntos de vista de los demás, advirtiéndonos que existen otras alternativas distintas a la nuestra, y nos ayudará a encontrar una solución que equilibre la balanza para poder llegar a un acuerdo entre las partes implicadas. Esto en el ámbito empresarial se llama “win-win” (ganar-ganar), porque todos los involucrados se llevan algo de lo que estaban buscando o esperando.
Por lo tanto, tener un conflicto con una persona, nos puede ayudar también a conocer otras perspectivas o ángulos desde donde analizar una situación. Nos servirá para mejorar en nuestras habilidades sociales, en la comunicación hacia quienes nos rodean y será un excelente trabajo para nuestra mente.
Pero, ¿Cómo podemos resolver los conflictos con los demás?
En primer lugar, es necesario que reconozcas y valores lo que las demás personas dicen. No todo en la vida es lo que tú piensas, sientes o crees. Los que te rodean tienen sus propios pensamientos, sentimientos y creencias y son tan válidos como las tuyas. Ninguno es mejor ni peor, sólo son diferentes. Nunca está de más “ponerse en los zapatos del otro”, así podrás ver desde una perspectiva distinta a la que estás acostumbrado y tendrás la oportunidad de determinar (en conjunto) cuál es la mejor opción para continuar.
Es importante que controles tus emociones. Si no estás demasiado acostumbrado a ceder y eres muy apegado a tus ideas, es momento de que empieces a poner “paños fríos” a tus sentimientos. Cuando nos enfrentamos a alguien por un mal entendido o un punto de vista diferente al nuestro, es muy fácil irritarse, no poder enfocarnos y hasta herir a quien tenemos enfrente (con las palabras podemos dejar cicatrices más profundas que con las armas o golpes).
Si te cuesta mucho no enfadarte ante los conflictos, puedes buscar técnicas que te ayuden a disminuir tu impulsividad, como por ejemplo, beber un vaso de agua, realizar unas respiraciones profundas, contar hasta cien, salir de la habitación o dar un paseo. Prueba alguna de estas opciones y vuelve a entablar la conversación cuando las emociones estén más calmadas. Así será más sencillo hallar una solución al conflicto.
Y por último, es bueno que mantengas una actitud positiva, abierta al diálogo y a los cambios. Si te encierras en tu escudo, armadura o caparazón, será más difícil que alguien pueda ingresar o que tu puedas salir. No te cierres, ábrete. No estés a la defensiva, mantén una actitud de inclusión.
¡Puedes aprender mucho escuchando las ideas de los demás! ¡No las desestimes sólo porque son diferentes a las tuyas!
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