¿Estás preocupado? ¿Hay algo, o alguien, que disturba tu paz? ¿Estás pasando por una situación que, por más que trates, no deja de preocuparte?
Así estaban los habitantes de Jerusalén cuando los reyes magos llegaron allí en busca de Jesús. Sabían que el rey Herodes era paranoico y violento, y que siempre temía que alguien le quitara el trono. ¡Hasta había asesinado a su propia esposa e hijos por esa razón! Los habitantes de Jerusalén no querían fastidiarlo. ¿Quién sabía lo que podría hacer?
Así es que se preocuparon y esperaron. ¿Qué más podían hacer?
David, otro rey y antepasado de Jesús, tenía la respuesta:
Sólo en Dios halla tranquilidad mi alma;
sólo de él viene mi salvación.
Sólo Dios es mi salvación y mi roca;
porque él es mi refugio, jamás resbalaré.
Pueblos todos, ¡confíen siempre en Dios!
Vacíen delante de él su corazón!
¡Dios es nuestro refugio! (Salmo 62:1-2, 8)
Quizás estés viviendo a la merced de otra persona, ya sea un familiar, jefe, vecino o político. Y si esa persona es mala o inestable, es razonable que tengas miedo. Pero, aun en esas circunstancias, Dios nos invita a apoyarnos en él. En Jesús de Belén, el Príncipe de Paz, encontramos nuestra esperanza. Él es nuestro refugio, porque ha venido para ser nuestro Salvador. Y ni siquiera todos los Herodes del mundo nos pueden separar de su cuidado.
ORACIÓN:Señor Jesús, cuando me turban los problemas, ayúdame a buscar refugio en ti. Amén.
CRISTO PARA TODAS LAS NACIONES