Así que mi Dios les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús.Filipenses 4:19
Alguna vez se ha preguntado de dónde salen algunos de los inventos comunes de nuestra vida.
Leo Gerstenzang ideó los “Q-tips” al ver a su esposa tratando de limpiar los oídos de su hijito con palillos de dientes y algodón.
King C. Gillette quiso inventar un producto desechable luego de conversar con quien ideó las tapas de botellas para refrescos. Cuando la navaja de su máquina de afeitar se quedó sin filo, se le ocurrió crear una hoja de afeitar que fuera desechable.
Ole Evinrude inventó el motor fuera de borda luego que se enojó cuando su helado se derritiera antes que su bote llegara al lugar del picnic.
Charles Strite echaba humo ante la tostada quemada en la cafetería de la fábrica donde trabajaba, por lo que ideó la tostadora automática.
En todos estos inventos hay un factor común: una persona vio una necesidad y la solucionó.
Lo cual es exactamente lo que Dios hizo cuando dio inicio a su plan para salvarnos. Fue una gran entrega de su parte… una entrega que le costó la vida a su único Hijo… pero fue su forma divina de proveer lo que necesitábamos.
Así como debemos estar agradecidos porque tenemos un Dios que provee lo que necesitamos, también debemos estar deseosos por proveer lo que otros necesitan.
Las necesidades que vemos cada día son muchas. Algunas son grandes, otras son muy pequeñas. Por el poder del Espíritu Santo podemos, con nuestras palabras y acciones, satisfacer algunas de ellas.
Con seguridad no haremos fortuna, como algunos de los inventores mencionados previamente, pero podemos tratar de mejorar las vidas de los demás.
ORACIÓN: Padre, gracias por enviar a tu Hijo para proveer por la mayor de nuestras necesidades. Te pedimos que, en su nombre, podamos influenciar en forma positiva las vidas de quienes nos rodean. En el nombre del Salvador. Amén.
De una devoción escrita originalmente para “By the Way”
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