Recibo inspiración y orientación divina, y soy guiado a mi bien.

Guía

Bien esté tomando una decisión rutinaria o una que cambie el rumbo de mi vida, lo hago con completa confianza. No dejo que ni el temor ni la negatividad nublen mi juicio. Actúo con una base de amor, paz y claridad.

Con una práctica consistente de oración y meditación, me mantengo en paz aun cuando haya conmoción en lo externo. Me mantengo firme y en calma. Todo está claro.

Soy uno con la presencia continua y activa de Dios en mí y en la situación ante mí. Sé lo que debo hacer y qué papel debo desempeñar para manifestar el bien supremo para todos.

Con aplomo y confianza, mantengo mi fe activa y fuerte. Mi sendero es claro, un camino por el que Dios me guía a mi bien y para el bien de todos.

“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”—Romanos 8:28