EL HÁBITO NO HACE AL MONJE
Se vistió de agua marina
y adularse en su belleza;
pero perdió su nobleza
al creerse tan divina;
y tan sólo fue el reflejo
de su estúpida simpleza.
Se disfrazó de alegría
cuando nadaba en el lodo
de una pena muy oscura.
No midió su cara dura
ni en la mejor compañía,
y perdió el humor del todo
por tragarse su amargura.
Lució sus blusas de seda
con bordados de mentira
y colores estridentes;
pero el blanco de sus dientes,
como la falsa moneda,
era el alma que conspira
la lealtad de las gentes.
Valencia, España
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