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Había una vez una mujer muy bella que vivía en un pueblo chico y que era viuda. Algunas mujeres la admiraban por ser tan culta, refinada, elegante y de nobles propósitos. Otras mujeres la aborrecían por envidia, por celos, por su propio vacío personal y carencias, porque así es la gente.
Cuándo se supo del cumpleaños de la mencionada mujer, un grupo de mujeres de calle, chismosas y de esas resentidas con la vida porque creen que la vida les debe algo, se pusieron de acuerdo para lastimar a la viuda enviándole un grotesco presente en un paquete, decidieron buscar todo tipo de alimañas e insectos venenosos y depositarlos en una caja de cartón y enviarlos con una nota de felicitación.
Al recibir la mujer el misterioso regalo, casi muere del susto y por poco y es mordida por una pequeña pero venenosa serpiente que iba dentro.
Al pasar los días, la mujer investigó quienes habían sido las remitentes del paquete y envió a uno de sus empleados a comprar un arreglo floral y un perfume para entregárselos con un mensajero y una nota personal a cada una de ellas, en amable respuesta al gesto previo que ellas tuvieron de recordar su cumpleaños. La nota decía:
"Una forma de agradecer a la vida por tanto que nos ha dado es compartir con los demás, a mí la vida me ha dado mucho amor, noches de descanso, calma, personas que me aman, bienestar y prosperidad.
Siento mucho que la vida les haya negado eso y por ello su obsequio haya sido tan simple y con tan poco valor, pero solo damos a los demás lo que tenemos en el corazón."
#NadaPersonal
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