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Poesía mía y de todos
inunda la oquedad del alma
fisura la mirada,
la palabra.
Limpia con lluvia azul
los vitrales y espejos
con reflejo adormecido,
sométeme a la pena
que corre en silencio
de carmesí un río en
las venas.
Que el cielo abrace
tempestades y las acune
hasta un tiempo dormido,
donde lyra y casiopea
se reencuentren.
Un tiempo que
no es tiempo,
más bien olvido.
Que se quiebre el verso
y el motivo,
rasgando la piel,
hasta que duela.
Que las horas griten,
lo que el tiempo calla,
en agónica desesperanza
el cielo llora,
olvidando la senda,
cubriendo de polvo blanco,
la negrura y la fertilidad.
Condenando a ser
errante la felicidad,
olvidando las
huellas en la tierra,
rebozante de promesas.
Oscuridad,
llévate los besos,
maquíllalos de olvido,
hunde en las cenizas
el deseo tibio y
la caricia blanca,
quiebra huesos y
el verso hasta que duela.
Sométeme a la pena
palmo a palmo y
al alba con luz divina
en el silencio de cristal
hazme renacer...
Diana Portillo
Azul
Tu musa azul poesía
Derecho-Autoría
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