Fue justo en ese instante… Cuándo sus labios tocaron mi cuello, Qué una corriente me recorrió por completo, Llegando hasta lo más profundo de mí ser, Ese escalofrío llenó mi cuerpo, Dejándome un solo pensamiento, Un deseo de amarlo hasta el amanecer.
Cómo explicarlo… Lo que un beso puede desatar, Lo que una caricia puede hacerte sentir… Fue un frenesí de emociones, Un impulso que sacudió todo mi ser, Y me llevó al mismo paraíso, De su sonrisa, De su mirada, Del ímpetu de sus ganas, Y el desahogo de su cuerpo.
Y así sin prisa… Nos fuimos reconociendo... Me fue quitando la ropa sin desesperarse, Después me besó, Con besos tan delicados, Tan llenos de pasión… Besó cada uno de mis lunares, Y bajó por mi espalda… Provocándome un sobresalto, Un gemido… Que fue un reclamo de mi alma, Para que no se detuviera.
Déjame impregnarme de tu aroma, Para tenerte presente las horas que no estaré contigo, Déjame saborear cada centímetro de tu piel, Para recordar tu exquisito sabor, Y apresurar mi cotidianidad, Con el firme propósito de volver a tu lado... Era la petición que mi alma le hacía, A su corazón desbocado sobre mi cuerpo.
Tengo su aroma, Escuchó su voz… Su respiración… Cómo me provoca tantos estragos, Y un suspiro… De volverlo a sentir, De tenerlo a mi lado, Y decirle… Qué es lo más hermoso que me ha pasado en la vida.
El Eterno Enamorado.
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