Ante mí hay tanto encanto,
que tengo que agradecer
el haber hecho la vida
en esta ciudad querida,
en la que vine a nacer.
Ciudad de cuevas y zambra,
de embrujados callejones
con flores en los balcones,
y la magnifica Alhambra.
No se elige el privilegio,
es la suerte que se tiene,
solo el azar interviene,
ningún otro sortilegio.
Eso yo se lo agradezco,
y lo hago con estos versos
que voy creando dispersos
y gustoso aquí ofrezco.
No lo puedo remediar,
escribir de mí Granada,
ciudad que sigue embrujada
y que es digna de envidiar.