Tacones rojos.
¡Mujer! Que dejo sangre en mi alma. Alma consentida de la de los tacones rojos. Rojos de pasiones desbordadas y de esfera frágil.
Mujer de gala y de avistamiento distante, y de caminar seductora con caricias perdidas.
¡Podría fiarme en su compañía!, pero su saeta no duele, si no tortura.
¡Mujer que besa y olvida!
Presencia en sitios precisos. Aparece y desaparece dejando una estela de erotismo...
Color que inquieta ...
Josué Pineda Reyes