Ensueños
Eco sin voz que conduce El huracán que se aleja, Ola que vaga refleja A la estrella que reluce; Recuerdo que me seduce Con engaños de alegría; Amorosa melodía Vibrando de tierno llanto, ¿qué dices a mi quebranto, qué me quieres, quién te envía?
Tiende su ala el pensamiento Buscando una sombra amiga, Y se rinde de fatiga En los mares del tormento; De pronto florido asiento Ve que en la orilla aparece, Y cundo ya desfallece Y más se acerca y le alcanza, Ve que su hermosa esperanza Es nube que desaparece.
Rayo de sol que se adhiere A una gota pasajera, Que un punto luce hechicera Y al tocar la sombra muere. Dulce memoria que hiere Con los recuerdos de un cielo, Murmurios de un arroyuelo Que en inaccesible hondura Brinda al sediento frescura Con imposible consuelo,
En inquietud, como el mar, Y sin dejar de sufrir, Ni es mi descanso dormir, Ni me consuela llorar. En vano quiero ocultar Lo que el pecho infeliz siente; Tras cada sueño aparente, Tras cada mentida calma, Hay más sombras en el alma, Más arrugas en la frente.
Si bien entra este empeño En que tan doliente gimo La esperanza de un arrimo, De un halago en un ensueño, Si de mí no siendo dueño Sonreír grato me veis, Os ruego que recordéis Que estoy de dolor rendido. . . Pasad. . . dejadme dormido. . . Pasad. . . ¡no me despertéis!
Guillermo Prieto
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