Voy a saborear tus labios,
como si fueran el banquete más delicioso,
un festín divino servido en la mesa de mis deseos,
una danza de sabores que embriagan mis sentidos,
un manjar que ningún rey ha probado.
Tus labios, tiernos y ardientes,
son frutos maduros en el árbol del anhelo,
destilan dulzura, un néctar que se escapa
y se esconde entre susurros y besos robados.
Cada roce es un incendio,
cada caricia, una promesa eterna.
Voy a tomarlos, poco a poco,
como quien descifra un misterio prohibido,
saboreando cada instante, perdiéndome
en el abismo de tu boca, donde el tiempo se detiene
y la eternidad se escribe en un beso.
Serán mis labios peregrinos
que recorren tu piel como un mapa sagrado,
como ríos que se entregan al océano,
como fuego que consume,
como un sueño que nunca quiero despertar.
Voy a saborear tus labios,
hasta que mi alma se llene de su esencia,
hasta que en el silencio de la noche,
nuestros cuerpos sean poesía, y nuestros besos,
la más dulce de las canciones.
Autor: Cesar Pinto Muñoz