El corazón nunca pregunta si es el momento
adecuado o la persona correcta.
Simplemente siente, se entrega,
y en ese torbellino de emociones nos encontramos
atrapados entre lo que dicta la razón
y lo que grita el alma.
Me enamoré de ella, aunque no debía,
aunque las circunstancias no lo permiten,
aunque el mundo entero pudiera señalarme
con el dedo.
Y, sin embargo,
¿cómo negar lo que arde en mi pecho?
¿Cómo apagar este fuego que, aunque prohibido,
ilumina mi oscuridad?
Quizás amarla no es lo correcto,
pero tampoco sería justo mentirme a mí mismo.
No elegí sentir esto, pero sí elijo vivir con la verdad,
aunque duela, aunque deba quedarme en silencio,
aunque el destino nos haya puesto en caminos
que no pueden cruzarse sin consecuencias.
El amor a veces es un hermoso error,
un susurro que nos roba la paz,
pero también nos recuerda que estamos vivos.
Y aunque el deber me llame a olvidarla,
sé que una parte de mí la llevará siempre,
como un secreto que solo mi alma comprenderá.