||Amor mío, sé que hay días en los que el peso del mundo se posa sobre tus hombros, en los que tu mirada se pierde en el vacío y el brillo de tus ojos se esconde tras el velo del silencio. Y aunque no pronuncies palabra, aunque tu voz se oculte tras el murmullo de la tristeza, yo te escucho. Porque amar no es solo compartir sonrisas y momentos felices; amar es también aprender a leer los silencios, a entender lo que el alma susurra cuando los labios callan. No necesito que me lo digas, mi amor, porque cada latido tuyo resuena en el mío. Siento tu dolor como si fuera mío, y sin que lo pidas, sin que siquiera lo insinúes, me quedo a tu lado, sosteniéndote en el abrazo más sincero que pueda darte. No quiero que enfrentes la tormenta sola, no quiero que te ahogues en un mar de pensamientos sin que mis manos busquen las tuyas. Porque tú, amor mío, no estás sola. Estoy aquí, no solo para oír tu risa, sino también para escuchar tu silencio. Para recordarte, con cada caricia y cada suspiro, que en mi amor siempre encontrarás refugio.
Cesar Pinto Muñoz 
|