Ella no quiere que le hablen bonito,
que endulcen sus oídos
con las mismas frases de siempre.
Ella está aburrida
de lo superficial,
de las banalidades,
ella quiere algo de verdad,
algo fregon,
algo natural,
algo real...
Ella quiere algo que la haga vibrar
como el mismo aire que respira.
A alguien que no le dé miedo
la intensidad y el caos
que lleva en su corazón.
Quiere a alguien tan natural,
que ría y se divierta de sus locuras,
qué se atreva a desafiarla
y ganarle la partida en el “no” al amor...
Ella no quiere que la idealicen perfecta
pues conoce bien sus defectos,
no necesita de halagos que buscan
encontrar solo su intimidad,
esas palabras siempre la aburren con facilidad,
no quiere que le digan
que sus ojos son hermosos,
sin antes atreverse a mirarlos
fijamente y de frente.
No necesita que le bajen la luna y las estrellas,
no quiere lobos con piel de oveja,
caníbales hambrientos tratando
de mirar entre sus piernas...
Ella ya no quiere a otro galante
que crea que con palabras vanas,
le harán abrir las puertas de su averno
y llevarlos a las llamas de su infierno.
Ella ya es un paraíso y mostrará su infierno,
solo a quién ella escoja,
solo a quién ella quiera dominar bajo su lecho,
solo a quién se merezca dicho placer eterno.
Porque ella ya es dueña
de su luna y de sus estrellas,
pues se compró su propio cielo,
porque ella es reina en su trono y en su mundo
y quien venga tendrá que luchar
contra espada y fuego,
contra la mentira y el ego,
y tendrá que ser hombre
de pantalones bien puestos,
y demostrar que merece sus besos.
Ella, ¡ella ya está completa!,
se tiene así misma
y no necesita de un lobo que la haga gemir,
pues ella se conoce tanto,
que sus dedos le dan más placer
que un simple cabrón
que busca abrirle sus piernas sin amor.