Camina con el fuego de la noche en su andar,
una sombra elegante que incita a pecar.
Su vestido negro, ceñido a la piel,
es un laberinto donde quiero perderme en él.
Sus caderas dibujan un ritmo letal,
un vaivén de pecado, un susurro carnal.
Los labios de fresa, ardientes de miel,
invitan al beso que quema en la piel.
Ojos de luna, misterios prohibidos,
un roce, un deseo, un juego atrevido.
Sus dedos son llamas que dejan su marca,
un roce, un hechizo, un alma que abarca.
Baila en la brisa, perfume de instinto,
la noche la sigue, rendida a su rito.
Vestida de sombras, de magia, de fuego,
es arte, es delirio, es dulce veneno.
Déjala acercarse, déjala mirar,
su juego es un tango de amor y azar.
Pero ten cuidado si entras en su red,
porque en su vestido… perderás la fe.