
La que habla.

Cállate, por Dios, que tú no vas a saber decírmelo; deja que abran todos mis sueños y todos mis lirios.
Mi corazón oye bien la letra de tu cariño… el agua lo va contando entre las flores del río;
lo va soñando la niebla, lo están llorando los pinos, y la luna rosa y el corazón de tu molino…
No apagues, por Dios, la luz que arde dentro de mí mismo… Cállate, por Dios, que tú no vas a saber decírmelo…
Juan Ramón Jiménez.


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