En Paz
Amado Nervo
Muy cerca de mi ocaso yo te bendigo vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos ni pena inmerecida. Porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje la miel o la hiel de las cosas fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas. Cuando planté rosales, coseché siempre rosas! Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno; mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno. Hallé sin duda largas las noches de mis penas mas tú no me ofreciste tan sólo noches buenas; en cambio tuve otras santamente serenas. ¡Ame! ¡fui amado!!!, el sol acarició mi faz ¡Vida, nada me debes! Vida, estamos en paz...
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