"San Miguel, defensor de los moribundos"
San Miguel continua su ministerio angélico en relación a los
hombres hasta que nos lleva a través de las puertas
celestiales. No solo durante la vida terrenal,
San Miguel defiende y protege nuestras almas,
el nos asiste de manera especial a la hora de la muerte
ya que su oficio es recibir las almas de
los elegidos al momento de separarse de su cuerpo.
En la liturgia la Iglesia nos enseña que este arcángel
esta puesto para custodiar el paraíso y llevar a el a
aquellos que podrán ser recibidos ahí.
A la hora de la muerte, se libra una gran batalla,
ya que el demonio tiene muy poco tiempo para
hacernos caer en tentación, o desesperación,
o en falta de reconciliación con Dios.
Por eso es que en estos momentos se libra una gran
batalla espiritual por nuestras almas.
San Miguel, esta al lado del moribundo defendiéndole de las asechanzas del enemigo.
Anécdota: San Anselmo cuenta de un religioso piadoso que a punto de morir recibía grandes asaltos de demonio. El demonio se le apareció acusándole de todos los pecados que había cometido antes de su bautismo (tardío). San Miguel se aparece y le responde que todos esos pecados quedaron borrados con el Bautismo. Entonces Satanás le acusa de los pecados cometidos después del Bautismo. San Miguel le contesta que estos fueron perdonados en la confesión general que hizo antes de profesar. Satanás, entonces, le acusa de las ofensas y negligencias de su vida religiosa. San Miguel declara que esos han sido perdonados por sus confesiones y por todos los buenos actos que hizo durante su vida religiosa, en especial la obediencia a su superior, y que lo que le quedaba por expiar lo había hecho a través del sufrimiento de su enfermedad vividos con resignación y paz.
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