Si tienes un amigo
Cuando encuentres un amigo, valóralo, cuando lo hayas perdido, búscalo, recupéralo. Aún en el profundo abismo, aún después de la fría muerte, más allá de la oscuridad, siempre existe una luz, la luz de tu fe; la luz de la esperanza de encontrarlo, de admirar sus gestos y actos; de respetar sus ideales.
Recuérdalo, tal como él fue y cada vez que lo recuerdes sea con alegría y no con lágrimas. Si aún tienes la dicha de tenerlo a tu lado, quiérelo, dile cuánto lo admiras y que no lo olvidarás. Y si por cosas del destino, él se ha ido para nunca más volver, cierra tus ojos y escucha tu corazón, podrás verlo y de allí nunca se marchará.
DE LA RED.
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