Atlanquahtli, .......- decía Quetzacóatl, se asomó un día a un pozo y dijo:
Allá abajo hay alguien que viste igual que yo. Cada vez que me asomo, él también se asoma, y cuando levanto la mano para saludarle, él rápidamente y al mismo tiempo levanta también la mano para saludarme. Parece como si leyera mis pensamientos, porque cuando lo miro fijamente a los ojos me responde en el lenguaje del Silencio. Cuando estoy triste, él está triste y cuando estoy lleno de alegría, él está lleno de alegría.
Y Atlanquahtli se pasaba los días asomado a la boca del pozo y algunos días se olvidaba hasta de comer.
Cincuenta lunas cambiaron y Atlanquahtli iba todos los días al mismo lugar.
Y era considerado como un sabio porque en todo aquello que aconsejaba estaba la Sabiduría. Y venían de todas partes para pedirle consejo. Y muchos le preguntaban: Maestro, ¿dónde adquiriste tanto conocimiento?
Y Atlanquahtli siempre respondía: Mi hermano el pozo me reveló todo cuanto les transmito... y su boca enmudecía y no decía nada más.
Entonces muchos, por curiosidad, se asomaban al pozo, pero lo más que veían eran sus rostros reflejados en el agua, mas no se veían a sí mismos.
Y Quetzacóatl así decía: Sepan que el amigo más cercano que tienen son ustedes mismos. Aprendan a Amarlo y a Conocerlo. Porque, ¿cómo entonces sabrían Amar y Comprender y Ayudar a aquéllos que están a más distancia de ustedes?
Del libro: "Asi hablaba Quetzacòalt" de Caiatlacotl