Somos nuestro peor enemigo
Nos hacemos daño al no movernos hacia atrás y ver el plan maestro,
dejar ir una onza de control.
Mucho de nuestro sufrimiento puede ser disminuido
al simplemente tener certeza de que hay una fuerza benevolente
guiando cada uno de nuestros movimientos.
Hoy, suelta tu agarre.
Ríndete.
Renuncia al control.
"Déjaselo a la Luz",
como dicen los kabbalistas.
D/A
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