Ecos.
Tú, como el canto de una jarra que refugia el agua como la risa en la mañana luego de despertarnos con tu Silvio y tu Sabina prendidos de una alegría inocente de sí misma, lográbamos hacerla nuestra como en un ciclo invisible.
Las verdades del mundo caen en las curvas de una lágrima El Sol, la Estrella, la Playa y su Mar, la Palabra y su lamento, viven hoy su desportento en los signos de la noche, cómplices de un destierro que parece un imposible apretujados sin tino, burlados y sin reproche se van abriendo al destino, cabizbajos y en silencio al camino del olvido, del azar, de la pregunta y lo mediocre…
En todo, hay un brillo que se alza sin desafiar la Esperanza, está hecho de memorias y colmado de consciencias que te pertenecen se mueve al amanecer, al suave trinar de pájaros, y se suspende sereno bailando al delgado aire en la enramada mira, va dejando trazos de orlas que en mutis caen al abrigo de tu cuerpo y no reclaman nada, tan sólo son ecos de mi ser, que habitaran para siempre en tu mirada.
Colaboración de Gabriel Mariano Venezuela
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