Tiemble tu corazón antes de hacerlo.
Vas a juzgar
No olvides, que hay un dolor de siglo
en cada hombre,
y una causa anterior, a lo querido.
Cuando pongas tu pesa en la balanza,
suma en piedra la parte que nos toca.
Suma orgullo y desprecio y abandono,
suma rosas y pan incompartido.
Mira
que en cada una de tus sentencia pongas
tu señal de durar a signo limpio.
Que tu sangre camine gota a gota,
decantada, traslúcida, sin prisa,
que las culpas ajenas necesitan
un reposado espacio de medida.
Guarda
no olvidar a tu madre ni a tus hijos
cada vez que señales un culpable,
ni olvidarte de Dios cuando castigas;
y perdona
si es que temes tener que perdonarte.
Suelta al fondo de ti hasta la pura
contextura de sal que te contiene;
palpa el rostro rugoso de la culpa,
muerde amarga condena, sufre rejas
y retorna
cuando sientas crecer árbol de cuna
y poblarte piedad desde tus hojas.
Funde razón a fuego de conciencia
duele el hombre que llevas, y medita;
bajo la toga, hay un hueso
que cruje la partida
y una carne final que ya deshace.
Vas a juzgar, detén...!
Y cuando sepas
Que la ley es aquello que tú lates
y que vas conformándote a minuto
propia génesis lenta de conducta,
y comprendas,
en el filo más fino de tu duda,
en la última hebra de certeza
que tu estrado es banquillo
y que te juzgan,
alza recién desde el barro
y,
juzga... !