Cuando el ego reina sobre la razón
Los grandes pensadores de todos los tiempos así como las más brillantes ideas no siempre han encontrado las puertas abiertas, por el contrario, casi siempre han enfrentado una gran oposición. Oposición que a través de la historia ha tenido un sin fin de facetas dependiendo del grupo o persona que se sienten afectados en perder el estatus…
A través de la historia grandes ideas han sido desestimadas y calificadas como estúpidas, poco prácticas o ridículas porque atentan contra el ego inflamado de alguien que se siente importante y por consiguiente dueño de la razón… Esto sucede con frecuencia con aquellos que se dicen expertos en un área del conocimiento humano, pues tienden a cerrarse y si se les presenta una idead o enunciados que no van concorde a lo que es aceptado lo rechazan inmediatamente sin dar la oportunidad de desarrollar las ideas.
Y esto no sucede sólo en el área del conocimiento, es común verlo en la sociedad, en jefes con egos inflamados que son dueños de la verdad absoluta, en hombres y mujeres que portan un uniforme que les confiere autoridad y peor aún en aquellos que se constituyen en líderes de las naciones. Pues cuando el ego de algunos de estos líderes se siente amenazado el costo puede ser incalculable, y muchas veces miles han tenido que morir para que el líder no se vea mal…
Más este mal no es exclusivo de expertos, hombres investidos de autoridad, jefes o gobernantes, de vez en cuando nos sucede a todos defendemos a morir mentiras, autoengaños, ideas y creencias falsas con tal de justificar acciones pasadas. Seria valido preguntarnos el porqué actuamos de esta forma, porque permitimos que nuestro ego reine sobre la razón y la verdad las respuestas son múltiples y sería interminable enumerarlas…
O será simple y sencillamente que personalizamos los acontecimientos, los resultados, las palabras, etc. Y al sentirnos amenazados nuestra mejor defensa es sentirnos dueños de la razón… ¿Qué piensa usted? Dos cosas son infinitas: el universo y la estupidez humana, y yo no estoy seguro del universo Albert Einstein.
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