LA ROSA.
Como tratar a una rosa. Juan se sentía solo, volvía a su departamento, y el silencio era el único que lo esperaba. Juan estaba triste, Juan estaba solo, muy solo. Y Juan tuvo una brillante idea: - Compañía, eso lo que necesito, compañía. Y alegre se puso a pensar que tipo de compañía. De chico le habían dicho que lo ideal para compañía era una rosa. También le habían advertido que las rosas tenían espinas y que si uno no era cuidadoso, en vez de disfrutar el placer de mirarlas, tocarlas y oler el perfume que emitían, podían terminar lamentándose todo el día de que la rosa era mala, que cada vez que uno se acercaba lo pinchaba a propósito con sus espinas, y otras tantas advertencias del mismo género.
Al mes María estaba radiante y enamorada como siempre. Y ese día Juan tomó el comprobante de compra y rompiéndolo en mil pedacitos le dijo a María - Alguna vez creí, equivocadamente, que porque te había comprado y puesto el comprobante de compra bajo la maceta podía decirte - " soy tu dueño, y no te riego". - Hoy me doy cuenta que nuestra relación se sustenta en cambio en el amor diario que nos podamos dar, en que yo te riegue todos los días con mi amor, mientras tu me llenas con tu hermoso perfume, tu tersura, tu compañía y y tu hermoso perfume. Que todos los cuidados que yo te haya dispensado en el pasado, vivirán siempre como un maravilloso recuerdo, pero que no son suficientes para el día de hoy. Y que a partir del día de hoy, para poder disfrutarte te seguiré regando día tras día. Y además tendré presente que si me encuentro con tus espinas puede ser, que parte de la culpa sea mía por no saber acercarme a ti.
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