La luz del amor
El sol se eleva, la luz cae sobre toda la superficie de tu mirada. Tu alma reluciente se ve rodeada de inmensos rayos de luz que quieren traspasarte el corazón. Es él, el mismo que de noche te abandona, el mismo que todos los días te ilumina, el único que te permite vivir, el único que se permite dar vida. ¿Qué sería de nosotros sin él? nada tendría sentido: Días fríos con el cielo de un color marrón pardo, depresión en todas las casas sin luz, tristeza andando por las calles…
Esta es, pues, la imagen que le viene a la cabeza cuando recuerda por qué se enamoró de su chica. Por qué lo dejó todo por ella sin condición alguna y dejó su anterior vida atrás. Este es el pensamiento que intenta recordar cada vez que la idea de que ella no es la misma se le pasa equívocamente por la cabeza sin poder hacer nada para poderlo evitar. Nada queda ahora, sólo oscuridad… Ella desapareció, sin decir nada, apenas queda su olor y presencia ¿acaso sirve eso para algo?
Sólo se respira ambiente frío y triste por las calles, caminando a oscuras entre paredes echas de pálidos ladrillos. No existe, ya, ninguna silueta esperanzadora, no existe, ya, ninguna posibilidad de volver atrás. La vida cambió en torno a ella, y ella cambió la vida. Nada para evitarlo queda en nuestras manos. Es esta otra imagen, la que intenta visualizar cuando siente que es él quien ha cambiado. Que sólo sabe hacer lo que siempre dijo que nunca haría, que sus intenciones no tienen nada que ver con las de hace años. Su realidad es triste, su felicidad, una mentira, sus mentiras, hipocresía su hipocresía, triste.
A día de 20 de febrero de 2008, un chico escribió esta carta al regazo de sus amigos, para que supiesen por qué se clavó una espina en el corazón como la energía de un rayo, como un rayo a la energía…
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