Los sentimientos de mi hija están heridos. Le digo que para mí ella es especial.
Mi hija está lastimada. Haré lo que sea necesario para que se sienta mejor.
Mi hija tiene miedo. No dormiré mientras no se sienta segura.
No soy un héroe… soy padre. Cuando un hijo siente dolor, un padre hace lo que le nace: ayudar.
¿Por qué no dejo que mi Padre haga por mí lo que estoy más que dispuesto a hacer por mis propios hijos?
Estoy aprendiendo … Ser padre me está enseñando que cuando me critican, me hieren o me asustan, hay un Padre que está dispuesto a consolarme.
Hay un Padre celestial que me sostiene hasta que esté mejor, me ayuda hasta que pueda convivir con el dolor, y que no se dormirá cuando siento temor de despertarme y ver la oscuridad.
Por siempre.
Lucado, M., & Gibbs, T. A. (2001). Promesas inspiradoras de Dios (Page 18). Nashville, TN: Caribe-Betania Editores.
Dios es Padre y es verdadero Padre. Él ha llegado hasta nosotros para restaurar la imagen de padre que quizàs nuestro progenitor terreno distorsionó. Nunca dudes del amor del Padre Celestial.
En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8.37–39
Oh Señor, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Dios, Y tu fidelidad te rodea. Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; Misericordia y verdad van delante de tu rostro. Salmo 89.8, 14