Evangelio 24 de Junio del 2010
Nacimiento del Bautista Lucas 1, 57-60.80. Solemnidad de la Natividad de Juan Bautista. Juan lo deja todo para prepararnos el camino a Jesús.
Lucas 1, 57-66.80
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
Reflexión
Todas las vocaciones son historias muy interesantes. Hoy el evangelio nos narra la vocación del primer apóstol de Cristo, y no me refiero a San Andrés o a San Pedro sino a San Juan Bautista, pues él también fue apóstol. Apóstol significa enviado y justo eso fue San Juan Bautista un enviado que anticipaba la venida del salvador.
Y como toda vocación se preparó, el evangelio dice que crecía y su espíritu se fortalecía y que vivió en el desierto. Me imagino a un joven que sabe su misión, que sabe su camino - como diría el escritos español Miguel Delibes - y que pone los medios para llevarla a cabo.
El ejemplo del Bautista nos puede servir mucho pues nos damos cuenta de la importancia que tiene seguir a Cristo. El fue capaz de dejarlo todo para ir a anticipar su llegada. Hoy, gracias a Dios, nos encontramos todavía con muchos bautistas que anticipan la llegada de Cristo a nuestros corazones, son esos jóvenes generosos que escuchan la llamada de Dios y están dispuestos a seguirla. Pidamos hoy por ellos.
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