Anda triste la tristeza ronda que ronda mi casa, con su vestido de luto y con su tez toda pálida.
Parece buscar consuelo, parece tan desdichada que yo sería malvado si le negara mi casa.
Por eso, cuando la vi. Sin adorno y sin hogaza, solícita, bondadosa abrí las puertas de mi alma
Pude ver que me veía con infinita mirada, incrédula, sorprendida con una sonrisa vaga.
Entró cautelosa, muda, sombría, deshilachada, voraz, hedionda, macabra, pestilente, desdentada.
Se apoderó de mis sueños, de mis versos, de mi cama, de las fotos de mi madre, de mis meses y semanas.
Se bebió todo mi vino, rompió mi vieja guitarra, destrozo las partituras de mis canciones más blancas.
Decapitó los anhelos que con ilusión guardaba, puso una venda a mis ojos, a mi boca una mordaza.
Hoy ya no quiere salirse, hoy ya no sé cómo echarla; pero yo tuve la culpa por haberle dicho: "pasa"