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Sin mirar hacia atrás Sobrevivir no es fácil; cuánto pesa el fardo de abandono y decepciones que a la espalda cargamos… No hay razones que lo expliquen o alivien, ni interesa
la oferta de sentarnos a la mesa y analizar pasadas aflicciones. El coloquio no evita los arpones ya en la carne. La boca que nos besa
pretendiendo apagar yerros y dudas, sabe vender al justo, como Judas, y volverá a besar en nuevas ventas.
Nuestro intento es lamernos las heridas sin mirar hacia atrás; las despedidas gastan alma de hierros y tormentas.
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