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Puedes Si Quieres
Presentaba un espectáculo repugnante un joven que había sido maldecido por llevar una vida denigrante tocado por un mal muy conocido.
Era la lepra, mortífera enfermedad la más temida en el Oriente incurable, contagiosa, resistente y adquirida más no por accidente.
Considerada como el “AZOTE” llevada por el ciudadano, el Rey, el sacerdote; eran sus efectos horribles, dejaba los semblantes irreconocibles.
Ésta había carcomido su piel, llenado de estragos su vida, su juventud era cual incinerado papel cuya ceniza por el viento es esparcida.
Pero nació en su corazón La necesidad de ser sanado; Jesús fue su centro de atención y anhelaba con llegar a su lado.
A lo lejos, a las orillas de un lago, este joven divisó al Salvador; por Él tenía un gran halago y avanzó paso a paso sin temor.
Una vasta multitud incorporose, asombrose y llenose de estupor más él, como quien no los reconoce acercase y hechose a los pies de su Señor.
Y díjole con lágrimas clamando: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”; La lepra lo estaba matando Pues mucho tiempo la estaba llevando.
La respuesta no se hizo esperar: “Quiero, sé limpio” –díjole Jesús; no tenía por qué desesperar pues había hallado sanadora luz.
¿Desearías, Tú, hacer lo mismo, dar un paso afuera del abismo, librarte de tu terrible enfermedad y encontrar con Cristo la felicidad?
Amigo, la lepra es el pecado que carcome los huesos del alma; a todo el mundo lo tiene maniatado, agobiado, triste y sin calma.
Más el toque vivificador que viene de nuestro Salvador, puede aliviar tu vida pecador, puede calamar tu gran dolor.
Acércate a Él y cae a sus pies tu vida cambiará, preocupado no estés, porque Jesús escuchará tu clamor y te dirá: “Quiero, sé limpio pecador”.
Aporte de: Segundito .
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