El emperador del sur, Hugo I, se hallaba hondamente preocupado, puesto que su influencia en los reinos vecinos iba disminuyendo. En el gran Reino del ...
El emperador del sur, Hugo I, se hallaba hondamente preocupado, puesto que su influencia en los reinos vecinos iba disminuyendo. En el gran Reino del norte, se había levantado un rey negro y aquello consideró como un mal augurio para sus intereses y para la humanidad.
Un día paseándose por el balcón del palacio, le surgió una idea macabra. Se dirigió a la urna donde descansaba la espada de Bolívar y la miró fijamente durante varios segundos. Empuñó la espada y pronunció unas palabras mágicas.
-Por el poder de Bolívar…exclamó el rey.
Hizo una pausa, esperando una respuesta, pero nada sucedió. Pretendiendo ser pariente directo de Bolívar, meditó en las palabras que debía decir.
-Por el poder de mi padre….Los estridentes gritos del rey, se escuchó por todo el palacio.
Una empleada del servicio, irrumpió intempestivamente en el salón y Hugo obnubilado por obtener los poderes de la espada del Libertador, creyó ver entrar a Manuelita Sáenz e hizo una reverencia. Detrás ingresó un electricista, que había sido llamado para arreglar la lámpara principal de la sala del palacio, donde se hallaba el emperador con la sagrada filosa de Simón Bolívar.
Acercándose la empleada a Hugo, éste rápidamente la obligó a tomar la espada y juntos la enarbolaron y cantaron el himno de la Patria.
Aturdida Clarita, también creyó que se había convertido en la Libertadora del Libertador y vio en Hugo I, la imagen de Simón Bolívar. El técnico asustado estuvo a punto de salir corriendo. Pero ante la orden del emperador, continuó con su labor.
Los dos personajes agitaban la espada a diestra y siniestra. Hugo en su éxtasis, se puso la barba de Fidel Castro.
-Por el poder de Bolívar…y de Castro-repetían enérgicamente.
El electricista subido en la escalera intentaba cambiar la lámpara dañada.
-Mi Mariscal, dejadnos subir en vuestro caballo-Solicitó Hugo.
Los protagonistas de semejante espectáculo, se hallaban en la cima de la gloria y en un arranque de locura, alcanzaron con la espada el candelabro. Se produjo un cortocircuito. Una descarga eléctrica los lanzó al piso.
EL emperador se lesionó la rodilla y Clarita fue internada en un hospital psiquiátrico, luego de ser tratada de múltiples fracturas. EL rey Evo le envió a Hugo una planta mágica para curar su dolencia, una botellita de hojas de coca macerada con aguardiente.