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El milagro de la
amistad El viento sopla fuerte los viejos robles en el bosque,
como rocío dibujan en el horizonte colores de sus hojas, llenando de matices
amarillos sus alrededores, la vida comienza en donde se marchita una
flor y los frutos caen sin cesar como luchando por vivir; el viento cubre
con dulces aromas el bosque, así el polen que brota en la caricia de una
flor, prepara la bienvenida a la vida, cobijando en la hojarasca las
semillas de un nuevo existir. La lluvia las refresca con agua de fe, la
misma que las llenara de fuerzas por buscar la luz del sol, entonces los
viejos robles ven germinar el fruto de sus colores de vida, amparándolos
del sereno y las tormentas, que suelen arreciar en las noches, esa pequeña
semilla se hace árbol a la sombra de sus padres, aquellos que siempre la
protegieron para dar el cariño con el que podría brotar su afecto de
vivir. Así mismo los seres construimos amistad, aquella que germina
del corazón, en la que alimentamos la sombra de nuestro roble, en la que los
aromas del fresco campo nos dejan elevar nuestros sueños al imaginar el crecer
de nuestro amigo, todo lo que es esencia, crece en el corazón alimentado de la
fe, porque solo los Grandes robles han crecido de pequeñas semillas y las
grandes amistades siempre serán fruto del corazón del hombre, así el milagro de
la amistad nos muestra que solo somos fruto cuando amamos nuestras raíces al
germinar... Solo somos viejos cuando podemos ser sombra para una
semilla en el bosque del caminar, en el bosque de los robles de una
amistad.
a/d
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