DUERME
Despierta
tiemblo al mirarte,
dormida me
atrevo a verte;
por eso,
alma de mi alma,
yo velo
cuando tú duermes.
Despierta
ríes y al reír tus labios
inquietos me
parecen
relámpagos
de grana que serpean
sobre un
cielo de nieve.
Dormida, los
extremos de tu boca
pliega
sonrisa leve,
suave como
el rastro luminoso
que deja un
sol que muere.
¡Duerme!
Despierta
miras y al mirar, tus ojos
húmedos
resplandecen,
como la onda
azul en cuya cresta
chispeando
el sol hiere.
A través de
tus párpados dormida,
tranquilo
fulgor vierten,
cual derrama
de luz templado rayo
lámpara
transparente.
¡Duerme!
Despierta
hablas y al hablar, vibrantes
tus palabras
parecen
lluvia de
perlas que en dorada copa
se derrama a
torrentes.
Dormida en
el murmullo de tu aliento
acompasado y
tenue
escucho yo
un poema que mi alma
enamorada
entiende.
¡Duerme!
Sobre el
corazón la mano
me he puesto
porque no suene
su latido y
de la noche
turbe la
calma solemne.
De tu balcón
las persianas
cerré ya
porque no entre
el
resplandor enojoso
de la aurora
y te despierte.
¡Duerme!
Gustavo
Adolfo Becquer